Modernización administrativa significa adaptación al entorno. Un entorno sometido a permanente cambio en el que surgen nuevos retos y expectativas.
El concepto de modernización es aplicable a cualquier tipo de organización, pública o privada. No obstante, podemos definirlo en el contexto de las Administraciones Públicas y la Administración Local en particular, como la transición de un sistema burocrático a otro de gestión. Un sistema capaz de definir objetivos, optar por la mejor forma de alcanzarlos y evaluar los resultados.
Así, la modernización administrativa debe entenderse como transformación, desde una perspectiva organizativa y cultural.
Este cambio implica un cambio en la cultura administrativa que ha de afectar necesariamente a las formas de gestión, siendo sus valores fundamentales:
- Obtener resultados.
- Participación y motivación.
- Estimulo de la responsabilidad.
- Prioridad del servicio al ciudadano.
- Crear conciencia de coste.
- Favorecer el cambio, la innovación y la mejora continua.
- El ciudadano como cliente.
Mediante la modernización administrativa se pretende conseguir una Administración:
- Receptiva: que atiende las demandas y necesidades de los ciudadanos y organiza sus servicios de acuerdo con esas; dentro de su ámbito de competencias.
- Fácil para el ciudadano: próxima, menos complicada, más ágil en la respuesta, etc.
- Eficaz, pero también eficiente: que planifica sus actividades y obtiene resultados, un costo razonable, como garantía de que el dinero de los ciudadanos está siendo bien empleado.
- Que hace un buen uso de las nuevas tecnologías: no solo para mejorar los procesos de trabajo internos, sino también para relacionarse con los ciudadanos.
- Profesional, formada por personal capacitado, con directivos competentes y un equipo político de gobierno comprometido.