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Lenguaje No Verbal en las Presentaciones Públicas
Gran parte de la comunicación se lleva a cabo mediante el lenguaje no verbal. Durante una presentación pública, usted transmite a través de la palabra, pero también con gestos, expresiones faciales, movimientos, el tono y el énfasis de la voz, la mirada, … En definitiva, comunica a través del lenguaje no verbal.
Un orador eficaz debe trasladar a su audiencia seriedad y entusiasmo. Las personas le juzgaran por lo que dice, pero también, y en gran medida, por lo que no dice; por su comportamiento no verbal.
La importancia de la comunicación no verbal se ha puesto de manifiesto en muchas ocasiones. De las investigaciones, destacan las realizadas por Albert Mehrabian, de la Universidad de California. Según estas, la comunicación es en un 7% verbal (sólo palabras), 38% vocal (tono de voz, los matices y otros sonidos) y el 55% no verbal, por lo que casi el 90% tiene componente no verbal, es decir no incluye la palabra.
Estos resultados son esgrimidos frecuentemente para incidir en la preponderancia del lenguaje no verbal sobre el verbal. No obstante, y aun asumiendo ese papel central de la comunicación no verbal, el mismo Mehrabian matizó los datos de sus experimentos y las condiciones en que fueron realizados.
De hecho, estos porcentajes de 7-38-55 se referían a condiciones experimentales en las que se investigaba la interpretación del estado emocional y afectivo de las personas. Más concretamente, las incoherencias y redundancias en la comunicación de sentimientos y actitudes.
Una exposición más detallada de los estudios de Mehrabian, y sus implicaciones, puede encontrarla en este artículo.
El Papel del Lenguaje No Verbal en las Presentaciones Públicas
Gracias al lenguaje no verbal, los mensajes recibidos se recuerdan con más facilidad. De hecho, el cerebro trabaja mejor cuando se estimulan varios sentidos simultáneamente. Por esa razón, la audiencia retiene mejor los mensajes si se combinan los estímulos auditivos (voz) con expresiones faciales, gestos y movimientos.
Por otra parte, al hablar “puntuamos” en cierto modo; al igual que cuando escribimos, lo que añade significado y facilita la comprensión del mensaje.
Piense, por ejemplo, en el papel de los signos de puntuación y de las exclamaciones en el lenguaje escrito. Al hablar, también utilizamos símbolos equivalentes para “puntuar” nuestro discurso. Así, empleamos pausas de duración variable para denotar la separación de frases, a modo de puntos, comas o puntos y aparte. Y, también, utilizamos el lenguaje no verbal para reforzar los fragmentos más importantes de nuestra locución, añadir fuerza a nuestros mensajes, o expresar sorpresa.
Es decir, los gestos con las manos, la postura, nuestra posición y movimientos en el escenario o las expresiones faciales, resaltan los hechos importantes, dan impacto a las ideas principales y enfatizan y potencian el significado de las palabras. Al igual que el tono, volumen e inflexiones de voz.
Los Gestos Parásitos
Antes de proseguir explicando qué se debe hacer en una presentación pública, dedicaremos un momento a exponer qué no se debe hacer.
Nos centraremos en los “gestos parásitos”. Estos son comportamientos que, de forma inconsciente, lleva a cabo el orador sin que haya razón aparente para ello.
Distraen a la audiencia e, incluso, pueden resultar irritantes. Además, proyectan una imagen de nerviosismo e inseguridad.
Ejemplos de estos comportamientos son:
- Asirse al atril.
- Morderse los labios.
- Balancear el cuerpo.
- Oscilar la cabeza de un lado a otro.
- Ajustarse la ropa.
- Tocarse el cabello, la nariz, las orejas, el cuello, …
- Rascarse.
- Frotarse las manos.
- Taparse la boca o la cara.
En general, no somos conscientes de esos “tics”. En esto se diferencian de los errores verbales, que sí identificamos con facilidad.
La solución a estos gestos pasa por la autoobservación mediante la grabación en video de nuestras intervenciones. De este modo, obtendremos retroalimentación acerca de nuestros comportamientos, identificando esos malos hábitos. La retroalimentación también puede ser facilitada por una persona que nos observe, señalándonos las conductas a corregir.
Una vez que se es consciente del problema, hay que trabajar gradualmente, tratando una a una cada conducta inapropiada.
Lenguaje No Verbal y Primera Impresión
Es conocido que solo se tiene una oportunidad de crear una primera buena impresión. En una presentación, la primera impresión que se da a un auditorio es importante, si bien no es determinante.
Se construye antes de el orador empiece a hablar, estando determinada por la apariencia, aspecto físico, vestimenta, movimientos, expresión del rostro, …
Dado que las personas tendemos a crear juicios iniciales, la primera impresión condicionará en buena medida el transcurso de la intervención. Por tanto, tenga en cuenta que absolutamente todo lo que haga antes de pronunciar las primeras palabras contribuirá a crear ese juicio inicial, el cual influirá en la atención y credibilidad que le conceda la audiencia.
Muestre una actitud serena y confiada, mire al público (a distintas zonas del auditorio), sonría, mantenga el contacto visual, proyecte energía. Y utilice una vestimenta adecuada. Sobre este último punto, deberá informarse sobre el tipo de público, siendo una buena orientación la de vestir ligeramente mejor que su audiencia.
También, considere que la comunicación no verbal funciona en conjunto, de forma que percibimos a los demás globalmente. Procure, entonces, no enviar mensajes contradictorios.
Por ejemplo, si usted cumple con las orientaciones anteriores, pero al iniciar su intervención expresa que está “muy nervioso”, la credibilidad ganada se desvanecerá.
No obstante, aún sin una buena impresión inicial, no todo está perdido. Es cierto que es importante, pero finalmente podrá corregirla si realiza una buena presentación. La primera impresión es muy significativa, pero no definitiva.
Dar un paso adelante durante un discurso sugiere que se está llegando a un punto importante. Si las condiciones se lo permiten, acérquese y mézclese con el público; reforzará su mensaje y generará confianza. Es uno de los factores de lo que llamamos Inmediatez psicológica
Cómo utilizar el Lenguaje No Verbal
A continuación, revisaremos los comportamientos no verbales que fortalecerán y enriquecerán su presentación pública.
La Postura al Hablar
Cómo se sitúa el cuerpo comunica un conjunto de mensajes no verbales.
Hay que transmitir seguridad. Para ello, manténgase derecho, pero flexible, con los pies separados entre 15 y 30 centímetros, lo que le ayudará a posicionarse firmemente.
Relaje los hombros, sin dejarlos caer del todo. Incline el cuerpo levemente hacia adelante, con la cabeza recta y ligeramente levantada. Ha de dar una sensación de alerta, pero sin rigidez.
Permanecer estático es tedioso, así que cambie de postura y muévase para atraer la atención. El movimiento del cuerpo permite reforzar el discurso y estimula a la audiencia, si bien debe hacerlo siempre por alguna razón. No obstante, encuentre el término medio, ya que tampoco se trata de distraer al público con tanto cambio de posición. Por consiguiente, evite pasear por la sala sin razón alguna: distrae y pone nerviosa a la gente.
Finalmente, elimine las barreras entre usted y la audiencia: no se escude tras la mesa o el atril, ni tampoco en sus notas, que debe consultar lo menos posible. Y no dé la espalda a la audiencia.
Los Gestos
Constituyen una poderosa herramienta del lenguaje no verbal. Bien utilizados, refuerzan el discurso y transmiten emoción.
Deben ser abiertos, de cintura para arriba e implicando a brazos y manos. Procure que estos movimientos, de mayor duración que en una conversación, sean variados, evitando aquellos bruscos y repetitivos. Y, por supuesto, prescinda de aquellos que hemos denominado “parásitos”.
Utilice gestos moderados, pero intensificándolos cuando quiera enfatizar o resaltar alguna idea. Realícelos sin timidez, transmitiendo entusiasmo, dinamismo y confianza.
No ponga los brazos “en jarras” sobre la cintura. Evite cruzar los brazos y las manos en su pecho, ni las ponga detrás del cuerpo. Tampoco las meta en los bolsillos, da muy mala impresión
Con las manos, los gestos se usan para indicar algunas acciones, demostrar o dar énfasis a un aspecto importante.
Los gestos con las manos deben implicar un movimiento total del cuerpo, que se inicia desde el hombro, no desde el codo. Mueva el brazo con libertad, manteniendo flexibles los dedos y las muñecas.
Para ser efectivo, un gesto debe ser vigoroso, nada brusco y suficientemente amplio para que sea percibido claramente.
Contacto visual
La mirada es un componente clave del lenguaje no verbal. Piense en una conversación cualquiera. Si usted no mira a su interlocutor le está trasladando un mensaje negativo, de desinterés cuando menos. A su vez, la otra persona probablemente deje de prestarle toda su atención.
En una presentación pública sucede lo mismo. Si usted no mira a su auditorio, no le mirarán y la atención a su exposición se verá negativamente afectada. Sin embargo, si mira a su audiencia, influirá positivamente en la atención que esta le preste.
Al hablar, usted se está comunicando con personas. Así, para que el contacto visual sea efectivo, no debe limitarse a pasear la mirada por el auditorio; ha de dirigirse a individuos concretos.
¿Cómo hacerlo? Céntrese en una persona y mírela durante un intervalo de 5 – 10 segundos. No durante más tiempo para no parecer intimidatorio. Después, cambie a otra distinta. Y repita sin seguir un patrón predeterminado. De este modo personalizará su intervención.
Si la audiencia es muy grande, mire a personas de distintos sectores de la sala.
El contacto visual genera credibilidad. Utilícelo durante toda la exposición, especialmente al inicio de la exposición y cuando quiera poner énfasis en un punto determinado de su locución
La Voz
¿Cómo debe ser la voz de un buen orador? La voz forma parte del lenguaje no verbal, siendo necesario manejar determinados aspectos en función de lo que se desee transmitir.
Ante una audiencia, la voz debe ser variada y transmitir entusiasmo. Ha de modularse según el contenido del discurso, de forma que guarde coherencia con aquél.
Esto quiere decir que debe ser consistente con que se expresa, siendo alegre cuando se narran anécdotas divertidas, y grave al exponer ideas importantes o conclusiones.
No hable demasiado rápido. Deberá acotar bien el tiempo de exposición de cada asunto en la programación previa, de esta forma no se verá obligado a acelerar al final. Tampoco hable demasiado despacio, puede resultar monótono para los oyentes.
No olvide articular cada palabra, de forma que se entiendan con claridad y, así, garantizar la comprensión del mensaje
Intente también variar el ritmo. En general, una tasa entre 130 y 160 palabras por minuto es adecuada. No obstante, esa tasa no debe ser fija: las ideas clave, los puntos complicados o las observaciones finales se presentan mejor a un ritmo más lento.
Varíe también el tono de voz, le permitirá enfatizar los puntos clave y llamar la atención del público.
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