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Cómo Diseñar un Programa de Valoración del Complemento de Productividad

por | 24-06-2025 | Administración Pública

Disponer de un programa de valoración del complemento de productividad eficaz es clave para que este incentivo cumpla realmente su función: mejorar la gestión pública, reconocer el rendimiento y motivar a quienes trabajan con compromiso. Sin embargo, en muchas administraciones su asignación sigue estando sujeta a criterios poco definidos o a fórmulas lineales que no distinguen el esfuerzo ni el impacto del trabajo realizado.

Esto no solo reduce su eficacia, sino que puede generar desmotivación e inequidad entre los equipos. Así, una valoración rigurosa de este complemento exige ir más allá de la intuición o la antigüedad. Requiere medir con claridad aspectos como el rendimiento (lo que se logra) y el desempeño (cómo se trabaja), ambos necesarios para entender el valor que aporta cada persona o equipo.

En este post presentamos diferentes programas de valoración del complemento de productividad que pueden aplicarse en administraciones públicas, desde la evaluación individual del desempeño hasta la valoración de resultados colectivos, pasando por propuestas de mejora o criterios de puntualidad y asistencia. Cada uno puede formar parte de un sistema más amplio y ajustarse a la realidad organizativa de cada institución.

Resultados como Eje del Programa de Valoración del Complemento de Productividad

En primer lugar, recordemos que, según el artículo 24 del Estatuto Básico del Empleado Público (EBEP), el complemento de productividad retribuye el especial rendimiento, la actividad extraordinaria y el interés o iniciativa del personal funcionario.

Uno de los enfoques más eficaces en un programa de valoración del complemento de productividad consiste en relacionar este incentivo al cumplimiento de resultados operativos concretos por parte de unidades, departamentos o servicios. Esta opción traslada el foco a los logros colectivos, reforzando el compromiso con la mejora de la gestión pública.

Los resultados deben definirse mediante indicadores fiables y vinculados a las funciones propias de cada área. Algunos ejemplos: número de expedientes resueltos, reducción de plazos de tramitación, tiempos medios de atención al ciudadano, disminución de errores o aumento de la satisfacción ciudadana.

Para garantizar que los objetivos definidos sean verdaderamente útiles en un programa de valoración del complemento de productividad, es recomendable aplicar la metodología SMART, que ayuda a formular metas específicas, medibles y con un horizonte temporal definido. Más información sobre los objetivos SMART.

  • Específicos: centrados en resultados concretos, no en generalidades.
  • Medibles: evaluables a través de indicadores cuantitativos o cualitativos.
  • Realizables: alcanzables con los recursos disponibles.
  • Realistas: coherentes con el contexto y nivel de exigencia adecuado.
  • Puntuales: definidos para un periodo determinado (trimestre, semestre, año…).

Los resultados pueden evaluarse con distintos niveles de cumplimiento, permitiendo un reparto más equitativo del complemento. No es lo mismo alcanzar el 60 % que el 95 % de los objetivos.

Etapas para el diseño y puesta en marcha de un Programa de Resultados
Etapas para el diseño y puesta en marcha de un Programa de Resultados

Este modelo también puede incorporar factores correctores para tener en cuenta incidencias ajenas al equipo (ausencias de personal, falta de medios, etc.), garantizando así una evaluación justa.

Con una mínima cultura de planificación, este enfoque permite orientar el trabajo hacia los fines institucionales, reforzando la transparencia, el compromiso y la efectividad de la organización.

Programa de Asistencia y Puntualidad

La valoración del complemento de productividad puede incorporar, de forma limitada pero útil, la consideración de factores como la asistencia y la puntualidad. Estos aspectos no requieren instrumentos complejos: los registros de control horario permiten conocer fácilmente el grado de cumplimiento de la jornada laboral, así como posibles ausencias injustificadas o reiterados retrasos.

Su aplicación puede servir como factor corrector dentro de otros criterios de asignación del complemento, como los resultados o el desempeño. Es decir, puede contribuir a matizar o ajustar la valoración general, sin convertirse en el elemento central del programa.

También puede utilizarse como indicador de cumplimiento básico, con umbrales mínimos que, de no alcanzarse, limiten el acceso a otros incentivos asociados a la productividad.

Ahora bien, este tipo de indicadores deben aplicarse con prudencia, evitando una visión meramente disciplinaria o punitiva. Es importante distinguir entre ausencias justificadas y no justificadas, así como contar con un marco normativo claro que regule su aplicación con transparencia y seguridad jurídica.

En resumen, la asistencia y la puntualidad son aspectos fácilmente medibles que pueden complementar un programa de valoración del complemento de productividad, siempre que se integren con criterios objetivos y dentro de un enfoque más amplio que priorice el rendimiento efectivo y la calidad del trabajo.

¿Es útil un programa de asistencia y puntualidad?


Aunque este tipo de programas puede formar parte de un sistema de valoración del complemento de productividad, su utilidad es limitada si se aplica de forma aislada o poco contextualizada.

  • Enfoque básico y sancionador. Su lógica suele centrarse en penalizar ausencias o retrasos, más que en fomentar la mejora del desempeño.
  • Escaso valor añadido. No discrimina entre causas justificadas o no, ni mide la verdadera aportación del empleado al logro de objetivos.
  • Riesgo de efectos contraproducentes. Puede generar desmotivación si no se gestiona con criterios objetivos y sensibilidad organizativa.
  • Útil solo como complemento. Su lugar está como factor moderador o corrector, no como eje central del sistema de productividad.

Un buen enfoque debe ir más allá del control del tiempo, poniendo el foco en la contribución efectiva, la calidad del trabajo y la orientación a resultados.

Programa de Propuestas de Mejora

Este programa tiene como objetivo estimular la cultura de mejora continua en la organización, valorando las propuestas realizadas por el personal del Ayuntamiento. Se pueden presentar de forma individual o en equipo. Y se centran en innovaciones, cambios o soluciones que puedan mejorar el funcionamiento de los servicios públicos.

No todas las propuestas deben ser complejas o revolucionarias. Muchas veces, pequeñas mejoras operativas pueden tener un alto impacto en la eficiencia o en la satisfacción de la ciudadanía. Para asegurar una valoración equitativa y objetiva, se puede aplicar una matriz de evaluación con criterios como:

Quedarían excluidas del programa las propuestas de tipo personal (quejas o reclamaciones individuales), las relativas a condiciones salariales, o aquellas que traten conflictos internos.

En cuanto a su reconocimiento, estas propuestas pueden formar parte del programa de productividad (como factor positivo en la valoración individual) o bien gestionarse como una vía de reconocimiento institucional, con recompensas no económicas, visibilidad pública o incentivos específicos.

Lo importante es crear un entorno donde las ideas sean escuchadas, analizadas y, si procede, puestas en marcha. De este modo, se refuerza el compromiso de las personas con la organización y se fomenta un clima activo de participación y corresponsabilidad.

Programa de Reducción de Costes

Este programa está orientado a canalizar las ideas del personal para mejorar la eficiencia económica de la administración, identificando oportunidades concretas de ahorro en los procesos, servicios o recursos utilizados.

A diferencia del programa de propuestas de mejora (centrado en la calidad y el funcionamiento operativo) aquí el objetivo es claro: reducir costes sin deteriorar la calidad del servicio público. Para ello, se valoran las propuestas que supongan una optimización real del gasto en áreas como suministros, tiempos de trabajo, uso de equipamiento o consumo energético, entre otros.

La metodología incluye un formato sencillo para que el personal pueda estimar el impacto económico de su propuesta. Este cálculo se basa en tres bloques:

  1. Costes actuales: estimación del gasto actual anual asociado al proceso o recurso.
  2. Costes tras la propuesta: estimación del gasto si se aplicara la mejora sugerida.
  3. Reducción neta: diferencia entre ambos, ajustada al coste de implementación.

Este enfoque permite contar con una base objetiva y comparable para valorar las propuestas. Las que ofrezcan un mayor retorno económico neto podrán tener un mayor peso en la valoración individual del complemento de productividad o ser objeto de un reconocimiento público.

Además de generar ahorro, este programa fomenta una mirada crítica y responsable sobre el uso de los recursos públicos, implicando a los empleados en la sostenibilidad financiera de la organización.

En todo caso, la administración debe dejar claro que el objetivo no es recortar por recortar, sino estimular la eficiencia inteligente, manteniendo o mejorando la calidad de los servicios.

Plantilla de análisis de costes actuales de un programa de valoración del complemento de productividad
Detalle de plantilla de análisis de costes actuales y derivados de la propuesta

Programa de Alcaldía como Componente Discrecional del Programa de Valoración del Complemento de Productividad

El Programa de Alcaldía reconoce aquellos aspectos del rendimiento que no quedan recogidos en otros programas de valoración del complemento de productividad. Se trata, por tanto, de un espacio de reconocimiento reservado a casos excepcionales, donde determinados empleados o empleadas destacan por su implicación, actitud o contribución al funcionamiento de la organización.

Este programa tiene una característica singular. No se basa en un sistema formal de evaluación con indicadores o escalas, sino que apela a la capacidad de apreciación de la dirección política, en particular de la Alcaldía o del órgano competente, para valorar trayectorias individuales sobresalientes.

Lejos de ser una gratificación arbitraria, este reconocimiento debe apoyarse en evidencias claras y contrastables. Por ejemplo, iniciativas personales, disponibilidad extraordinaria, asunción de tareas complejas o colaboración desinteresada en momentos clave pueden ser algunos de los motivos que justifiquen su aplicación.

Al no depender de un procedimiento estandarizado, es recomendable que este programa mantenga unos criterios orientativos básicos, así como una cierta trazabilidad de las decisiones. Esto aporta transparencia y evita percepciones de favoritismo.

Además, su implantación debe ir acompañada de una comunicación interna clara. De este modo, se visibiliza públicamente el reconocimiento, reforzando una cultura organizativa basada en el compromiso y la excelencia.

Este programa no sustituye a los demás. Es un complemento que permite reconocer el esfuerzo y la actitud cuando estas trascienden lo habitual, sin necesidad de encajarlas en criterios técnicos o fórmulas matemáticas.

Programa de Evaluación del Desempeño

Mientras que la evaluación del rendimiento se orienta a resultados y objetivos cumplidos, la evaluación del desempeño se centra en comportamientos observables que sustentan esos resultados. Su finalidad es valorar el “cómo se trabaja”. Y esto más allá del “cuánto se logra”. Por tanto, resulta clave en cualquier programa de valoración del complemento de productividad que aspire a ser justo y formativo.

Este enfoque distingue entre tres tipos de comportamientos:

  • Desempeño de las tareas, vinculado a la ejecución directa del trabajo.
  • Desempeño contextual, como la colaboración, la iniciativa o la actitud proactiva.
  • Conductas contraproducentes, que dificultan el buen funcionamiento organizativo.

Para su aplicación se utilizan escalas conductuales ancladas (BARS), que describen diferentes niveles de ejecución a través de ejemplos concretos. Estas escalas permiten valorar con mayor precisión y fiabilidad, facilitando la observación por parte de los responsables de unidad.

Una fase previa clave es la identificación de incidentes críticos: ejemplos de conductas que han producido resultados especialmente buenos o negativos. Estos sirven de base para definir las escalas y diseñar formularios específicos para cada grupo de puestos.

La evaluación se completa con entrevistas entre evaluadores y evaluados, que permiten ofrecer retroalimentación constructiva y detectar necesidades de formación. Además, se documenta todo el proceso, asegurando trazabilidad, transparencia y utilidad real.

Este programa evita los enfoques subjetivos o arbitrarios. Ofrece a la organización una herramienta potente para impulsar el rendimiento, reconocer el compromiso y orientar el desarrollo profesional dentro del programa de valoración del complemento de productividad.

Evaluación del Desempeño en la Administración Pública Local

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