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Introduciéndonos en la Gobernanza y el Buen Gobierno

por | 20-12-2021 | Administración Pública

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El término gobernanza tiene distintas acepciones, habiendo experimentado sucesivas transformaciones y generalizado su uso a partir de los años noventa. El concepto de gobernanza es actualmente objeto de estudio de distintas disciplinas, con enfoques y definiciones diferentes; no obstante, pueden considerarse en gran medida complementarias o, al menos, no excluyentes.

La Real Academia Española de la Lengua define el término gobernanza como: Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía.

Para Prats (citado por Varela [1]), gobernanza es una nueva forma de gobernar, superadora del tradicional esquema jerárquico, que implica por igual la participación de las instituciones públicas, privadas y del tercer sector, en la resolución de problemas que afectan al interés general.

Prats[2] llama la atención sobre las asimetrías presentes entre los distintos actores y su efecto sobre la cualidad democrática de la gobernanza.

«Para que una estructura interactiva de gobernanza sea democrática es preciso que el conjunto de intereses concernidos por el proceso decisional se encuentre simétricamente representados en el proceso decisional público de que se trate. Un mero «partenariado» entre sector público y privado puede constituir gobernanza, pero no será democrático sino en la medida en que los intereses sociales tengan oportunidad efectiva para organizarse, informarse y participar en la interacción decisional.»

Gobernanza y Buena Gobernanza

Los requisitos básicos para que la gobernanza se convierta en buena gobernanza, o buen gobierno (términos que Prats considera equivalentes), tienen que ver con:

  • La existencia de un buen capital social[3].
  • La implicación activa y corresponsable de los actores sociales y empresariales.
  • El liderazgo de la alta función pública y de los políticos que están al frente de las instituciones públicas de un territorio.

A su vez, Mayntz[4] considera la gobernanza como un nuevo estilo de gobierno, distinto del modelo del control jerárquico, caracterizado por un mayor grado de cooperación y por la interacción entre el Estado y los actores no estatales al interior de redes decisionales mixtas entre lo público y lo privado.

Estas aproximaciones coinciden en que la gobernanza es un modo de gobernar que se centra en la organización y gestión de las interdependencias en una sociedad.

El Buen Gobierno

A su vez, el concepto de Buen Gobierno correlaciona con lo expuesto sobre la gobernanza pudiendo considerase equivalentes. Así, es habitual la referencia a la “gobernanza” como expresión del buen gobierno, si bien, también se habla de “buena gobernanza”.

Stoker[5], hace cinco propuestas respecto al significado de buen gobierno, que considera complementarias:

  1. El «buen gobierno» se refiere a un conjunto de instituciones y agentes procedentes del gobierno, pero también de fuera de él.
  1. Con el concepto de «buen gobierno», se reconoce la pérdida de nitidez de los límites y las responsabilidades tocante a hacer frente a los problemas sociales y económicos.
  1. El «buen gobierno» identifica la dependencia de poder que existe en las relaciones entre las instituciones que intervienen en la acción colectiva.
  1. Buen gobierno se aplica a redes autónomas de agentes que se rigen a sí mismas.
  1. Finalmente, el «buen gobierno» reconoce la capacidad de conseguir que se hagan las cosas, que no se basa en el poder del gobierno para mandar o emplear su autoridad. Considera que el gobierno puede emplear técnicas e instrumentos nuevos para dirigir y guiar.

Para Stoker, existe un acuerdo básico acerca de que «buen gobierno» se refiere a la puesta en práctica de estilos de gobernar en los que han perdido nitidez los límites entre los sectores público y privado. Así, la esencia del «buen gobierno» sería la  importancia primordial que se atribuye a los mecanismos de gobierno no basados en  el recurso a las autoridades ni en las sanciones decididas por éstas. En este planteamiento puede apreciarse la correlación entre buen gobernanza y buen gobierno.

Inicios del Concepto de Buen Gobierno

El concepto de Buen Gobierno se introduce a partir de los estudios realizados por el Banco Mundial, a finales de los 80, sobre la crisis de crecimiento en el África Subsahariana.

La conclusión a la que esta institución llegó es que el fracaso de las políticas de ajuste estructural estaba motivado por el mal gobierno. Este se cracterizaría por:

  • La falta de responsabilidad y de una rendición de cuentas de los poderes públicos.
  • La ausencia de transparencia.
  • La escasa capacidad de previsión de los políticos y funcionarios.
  • La ausencia del Estado de derecho.

Ya en 1992, el Banco Mundial define Gobierno (Governance) como «la gestión de los recursos económicos y sociales y sociales para el desarrollo».

Establece cuatro elementos del Buen Gobierno:

  • Efectividad del sector público: capacidad de formular e implementar políticas públicas y llevar a cabo reformas en la administración (privatizaciones, reformas en empresas públicas…).
  • Responsabilidad (accountability o rendición de cuentas), tanto de gobernantes como de funcionarios públicos.
  • Respeto al Estado de Derecho, como marco legal que establece normas claras.
  • Estado transparente y abierto. Asumiendo que la información mejora el funcionamiento del mercado y reduce la corrupción.

Para este organismo el Estado tiene el potencial de facilitar al sector privado un entorno y condiciones en las que el derecho de propiedad sea respetado, se cumplan los contratos legales y no se dificulten las transacciones comerciales.

Posteriormente el Banco Mundial modifica su posición en lo que se considera un punto de inflexión hacia el fortalecimiento institucional, asumiendo que instituciones adecuadas generaran crecimiento y buen gobierno.

Dimensiones del Buen Gobierno

Más recientemente, y en línea con el cambio de enfoque citado, Kaufmann, Kraay y Mastruzzi, del Banco Mundial (2006)[6], han propuesto seis dimensiones fundamentales del Buen Gobierno:

  • Voz y rendición de cuentas. Grado en que la ciudadanía puede participar en la selección de su gobierno, así como la libertad de expresión, la libertad de asociación y una prensa libre.
  • Estabilidad política y ausencia de violencia/terrorismo. Probabilidad de que el gobierno sea desestabilizado por medios inconstitucionales o violentos, incluidos actos de terrorismo.
  • Eficacia del gobierno. Calidad de los servicios públicos, capacidad de la administración pública y su independencia de las presiones políticas, y la calidad de la formulación de políticas.
  • Calidad normativa. Capacidad del gobierno para establecer políticas y reglamentaciones adecuadas que permitan y promuevan el desarrollo del sector privado.
  • Imperio de la ley. Grado de confianza de los agentes en las reglas de la sociedad y su nivel de acatamiento, así como la probabilidad de que se cometan delitos y actos de violencia.
  • Control de la corrupción. Medida en que se ejerce el poder público en beneficio privado: se incluyen aquí las formas de corrupción en pequeña y gran escala, así como el control del Estado por minorías selectas e intereses privados.
Dimensiones del Buen Gobierno / Gobernanza
Dimensiones del Buen Gobierno / Gobernanza

Diversidad en las Acepciones de Buen Gobierno, o Buena Gobernanza

Pero el concepto de buen gobierno, o buena gobernanza, es diverso. Una acepción más amplia es la que aporta el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) en consonancia con su concepto del desarrollo humano. Esto es: Garantizar el ambiente necesario para que las personas y los grupos humanos puedan desarrollar sus potencialidades ampliando así las opciones para llevar la vida que valoran.

De este modo, la buen gobernanza consistiría en el ejercicio de la autoridad económica, política y administrativa para manejar los asuntos de un país en todos los niveles; el fin es que el Estado promueva la cohesión social, la integración y el bienestar de su población, siendo sus elementos definitorios:

  • Legitimidad política.
  • Libertad de asociación y participación.
  • Sistema judicial justo y fiable.
  • Rendición de cuentas.
  • Liberta de información y expresión.
  • Gestión del sector público eficiente y eficaz.
  • Participación pública, para asegurar que las prioridades políticas, sociales y económicas estén basadas en un amplio consenso social.

Otro punto de vista es el aportado por el Código Iberoamericano de Buen Gobierno. El Código hace referencia a una serie de principios que han de ser observados en la acción de gobierno; a saber:

  • Respeto y reconocimiento de la dignidad de la persona.
  • Igualdad política de todos los ciudadanos y pueblos.
  • La búsqueda, respeto y promoción de las instituciones del Estado de derecho.
  • La justicia social así como la búsqueda permanente del interés general.

El “buen gobierno” es definido como: “…aquél que busca y promueve el interés general, la participación ciudadana, la equidad, la inclusión social y la lucha contra la pobreza, respetando todos los derechos humanos, los valores y procedimientos de la democracia y el Estado de Derecho.”

Esta perspectiva, se relaciona con la gobernanza democrática, que requiere de la ampliación y profundización del espacio público y de una sociedad civil fuerte y participativa; y también del respeto al Estado de derecho, que haga efectiva la gestión relacional. Pero por otra parte dicha declaración contiene elementos que son considerados como propios de la calidad democrática


Notas

[1] Varela, E. J. (2011). La Gobernanza en la Obra de Joan Prats. GIGAPP Estudios Working Papers, 1-16.

[2] Prats, J. (2007). Aproximación al concepto de gobernanza, en Díaz Méndez, A. y Cuéllar, E. (coords.), Administración Inteligente, Ministerio de Administraciones Públicas, Madrid, pp. 119-166.

[3] Conjunto de normas y redes que permiten a los individuos actuar de manera colectiva. Son las interacciones positivas que se producen entre las personas o las empresas dentro de la red lo que permite la formación de capital social. La confianza y la reciprocidad son el núcleo principal del capital social.

[4] Mayntz, R. (2000). Nuevos desafíos a la teoría de la Gobernanza. Instituciones y Desarrollo, n.º 7.  Instituto Internacional de Gobernabilidad.

[5] Stoker, G. (1998). El buen gobierno como teoría: cinco propuestas. Revista Internacional de Ciencias Sociales, núm. 155, marzo.

[6] Kaufmann, D., et al. (2006). Governance Matters V. Banco Mundial. Washington, 2006.

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